Una Ceiba y La Flor

Dama del Camino -  ARGENTINA 2020 ©carlos velis/Paneo fotografía Digital

Hace unos días, caminando por el bosque, encontré una flor al pie de una ceiba; ella, hermosa, mostraba sus colores con elegancia, había saltado al vacío. La noche anterior fue tormentosa,  agitó las ramas de la majestuosa ceiba, de tal manera que la flor, sintiéndose insegura, se dejó caer de un salto. Sin darse cuenta que desde que dejó sus ramas comenzó su camino a la muerte, su EGO le susurraba diciendo: “Todo estará bien, eres joven, hermosa; podemos ir a otro árbol”. La mañana siguiente fue cuando la encontré, me saludó entre los arbustos y la fotografié, posando para mi lente con su mejor disposición.
Estuve un buen rato compartiendo con ellos (el árbol y la flor). Sentí por un momento una majestuosa conexión y desde ese momento no dejó de pasar por mi mente que debía escribir estas cortas líneas. Yo contemplaba la imponente ceiba y quizás por mis vivencias del pasado, sentí pena por su pérdida, en un instante sopló el viento susurrándome al oído y entre el sonido de las hojas como un acompañamiento musical,  escuché el canto de las hadas con un relato que, iluminando mí día, les voy a compartir: “No sientas pena, siempre habrán otras flores hermosas en esas ramas cargadas de su seductor perfume y por la flor no te preocupes; aunque ella está muriendo, se mantiene digna, ya que dará paso a un nuevo árbol en el bosque”.
Entonces recordé, que así es la vida de hermosa, hasta el día más oscuro tiene su LUZ que lo vuelve positivo. Al evaluar cada día nos encontramos llenos de detalles que le dan ese toque especial, brillando entre tanto agite, motivándonos para prepararnos y comenzar el siguiente día con más fuerzas y cargados con mucho AMOR. La NATURALEZA es sabia, demostrándonos todos los días que podemos volver a FLORECER.

Carlos Velis.

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